El lunes 15 de abril de 2019 permanecerá en nuestra memoria asociado al triste recuerdo del incendio de Nôtre Dame de París –atizado por la gran difusión de los medios de comunicación al producirse en plena Semana Santa y recibir cobertura mundial en directo. Las imágenes tomadas en esos días son impactantes y transmiten con fuerza el drama.
Este recuerdo está estrechamente vinculado con la inmediata desazón de pensar en la repercusión de un gran incendio mediático para la imagen de la madera como material de construcción… Qué fatalidad, que una construcción que lleva ochocientos años en pie arda literalmente como una tea ante los atónitos ojos del mundo, en sólo unas horas! De inmediato, la reacción sucesiva es la indignación: ¿cómo es posible? ¿cómo puede producirse un incendio tan desastroso en un edificio que es un icono mediático, en un país con infraestructura y con recursos económicos para proteger su patrimonio? Con la experiencia acumulada por incidentes en arquitectura monumental durante los últimos cincuenta años –en muchos casos durante el proceso de restauración- y con la tecnología disponible hoy en día en materia de detección y extinción de incendios parece surrealista que un drama como el de París pueda haberse producido.
Lo siguiente, obviamente, es ¿y ahora, qué? Macron tardó pocas horas en comprometerse a reconstruirla en los próximos cinco años. Y el gobierno francés al tercer día anunció la convocatoria de un concurso internacional para la reconstrucción de la aguja del crucero (1) . A partir de ahí se ha iniciado el consiguiente debate teórico sobre las posibilidades de la intervención, que promete mantener vivas las ascuas del asunto durante algunos meses.
El tema dará mucho que hablar y suscita variadas líneas de pensamiento que resumimos en estas reflexiones que compartimos en este nuevo artículo para la Revista Madera y Construcción.
Te invitamos a leer la versión completa en este enlace:
Imagen: Reconstrucción de la cubierta de la catedral de Reims. La estructura interior de piezas prefabricadas está protegida por una estructura de madera. Fuente: José Antonio Gárate